El próximo mes de septiembre se cumplirán ocho años del inicio de las actividades de COEM en Camerún. Ocho años y, parece que fue ayer.
La historia de COEM en Camerún está inevitablemente unida a la Orden de las Siervas de María Ministras de los Enfermos. Durante estos ocho años, hemos caminado juntos compartiendo una misma vocación: aportar lo mejor de nosotros a favor de aquellos que no disponen de un acceso a una sanidad digna. En nuestro ánimo está seguir caminando en la misma dirección y con la misma ilusión muchos años más.
La labor de los voluntarios de COEM requiere un compromiso con los fines de la asociación que se expresa especialmente en la participación en las expediciones mensuales. La labor de las Siervas de María es un compromiso que abarca una vida entera entregada a responder al “grito” de los pobres y enfermos según el carisma legado por su Fundadora.
Pero este perfil de las Siervas no contraviene la expresión de su propia personalidad. En estos años, hemos compartido trabajo, alegrías y sinsabores con una vasca de raza. Como buena vasca hace gala de su simpatía e inteligencia y, cuando la ocasión lo requiere, de su apasionamiento y la chispa del genio. Sor Ángela Egaña Balenciaga, es de Zumaia..
También lo fue Sor Ángeles Sorazu, religiosa concepcionista y escritora mística, pero Sor Ángela es una mujer de acción y eligió ser misionera. Seguro que cuando pensó en dejar todo y ser religiosa, debió decirle a su Ama de Arritokieta: “Ama, que la que estudia enfermería es mi hermana Marifran. ¿No te habrás equivocado?”. Pero no. No se había equivocado y Sor Ángela hizo su Profesión Perpetua el 18 de septiembre de 1993. Pero pasó tiempo hasta que Sor Ángela fue a Camerún.
Para el hospital Notre Dame de la Santé ha sido una pieza fundamental en el servicio a los enfermos. Para COEM ha sido canalizadora de una parte muy importante del proyecto, comprometida con las líneas de acción que íbamos implantando para mejorar el perfil global de la asistencia.
Pero, además, ha sido también una hermana mayor para muchos de nosotros. Mayor no por su edad sino por su responsabilidad sobre todos cuantos hemos ido a colaborar en este proyecto. Cualquier problema con la documentación de los viajes, con la habitual pérdida de equipajes, con las dolencias “tropicales” de casi todos nosotros, pasaban por sus manos y se resolvían sin levantar polvo, en el fondo de ese silencio de servicio que la caracteriza.
Como dice Mon Truan, “¿quién nos va a preparar ahora la limonada alcalina cuando nos ataque la diarrea del viajero?”.
Si amigos, el Hospital despide en estos días a Sor Ángela. La obligada obediencia la devuelve de nuevo a aquel 24 de julio de 2009 cuando fue destinada a Lyon. Todos sentimos, en lo personal, la obligada ausencia de sor Ángela, pero entendemos que alguien mucho más importante que nosotros ha decidido su destino. La echaremos de menos en lo presencial, pero no en el recuerdo y en el contacto que sabremos mantener en la distancia.
El destino pone a muchas personas en el camino de la vida, pero sólo las mejores se quedan. Sor Ángela queda en todos nosotros por su carisma y su ejemplo y por haber sido parte muy importante de nuestro proyecto.
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